Una naranja de marca
Técnicos e investigadores valencianos aportan soluciones a los desajustes de cultivo de la prometedora naranja australiana M7.
Investigadores y técnicos que han trabajado los dos últimos años para resolver algunos problemas de desajustes en el cultivo de la nueva naranja M7 aseguran que dichas dificultades están prácticamente solucionadas; de hecho este año se han presentado muchas menos incidencias. Los citricultores que han apostado por esta prometedora variedad patentada están de acuerdo, de manera que se interesan cada vez más por intercambiar experiencias para mejorar los resultados al máximo.
Con la intención de promover la divulgación y el intercambio de conocimientos técnicos, la Compañía de Variedades Vegetales Protegidas (CVVP), que gestiona el control de esta variedad y de otras protegidas (las mandarinas Nadorcott y Leanri y el limón Summer Prim), ha promovido un encuentro de productores de M7 con técnicos experimentados en su cultivo, visitando además fincas en producción situadas en el Valle del Guadalquivir y en Valencia.
Una práctica muy eficaz y que debería extenderse, sin duda, a otras variedades y cultivos; siempre que haya problemas que estén más o menos generalizados y que presenten diversos modos de enfoque o de tratamiento; porque únicamente poniendo sobre la mesa lo que hacen o dejan de hacer muchos se llega a contrastar sobre excesos o carencias y se aprende de verdad sobre el terreno para actuar en consecuencia.
Carlos Mesejo, profesor del Instituto Agroforestal de la Universidad Politécnica de Valencia, y Camilo Garcés, técnico citrícola y productor de M7, centraron los principales problemas que en principio han inquietado -ahora menos- a los cultivadores de esta variedad de origen australiano: Agrietado de ramillas, rajado de frutos, rameado ocasional de la piel por el viento y eventuales deficiencias de tamaño.
El profesor Mesejo advirtió que «ninguna variedad viene con un libro de instrucciones debajo del brazo, por lo que es preciso que haya un proceso de aclimatación natural, que cuesta un tiempo y en el que deben influir también los agricultores, encontrando las mejores maneras de actuar».
Todos los presentes se mostraron de acuerdo de forma reiterada en que la M7 es una naranja de enorme interés, no sólo por las posibles expectativas de éxito comercial que pueda aportar la exclusividad de ser una variedad patentada y con producción limitada (sólo 2.000 hectáreas autorizadas en España), sino porque cuenta con una gran calidad organoléptica. «Es una naranja de marca», sentenció uno de los agricultores, lo que determina una clara diferenciación en el mercado; se distingue por su firmeza, su gran sabor y la textura de la pulpa.
Todo ello hace que se interesen por esta variedad comerciantes ‘marquistas’, quienes desean contar con las mejores naranjas para sus marcas acreditadas, que van a lineales de distribución también interesados en disponer de lo más distinguido y selecto. Y, en consecuencia, estos factores animan a profundizar en ‘aclimatar’ del todo esta variedad a las condiciones de las zonas citrícolas de España.
Greg Chislett, obtentor australiano de la M7, sostiene que el agrietado de ramillas, que a veces deriva en un parcial secado de las afectadas, se resuelve con tratamientos a base de cobre. En cambio, Mesejo defiende que no se ha hallado relación en las investigaciones, porque no se trata de una carencia de dicho microelemento. Sin embargo, José Antonio, técnico que trabaja día a día a pie de campo, advirtió que con tratamientos de óxido de cobre encontraron sensibles mejorías. Es posible que la razón fuera que ayudó a cicatrizar las múltiples heridas, las cuales, según explicó Mesejo, se deben a un aparente desequilibrio entre el ritmo de crecimiento longitudinal y lateral de las ramas que se debería a una cuestión de adaptación climática.
El caso es que este problema, que fue notable el año pasado, apenas se ha presentado en el actual, con muchos tratamientos, con menos e incluso sin ellos. Es posible también que vaya desapareciendo conforme los árboles se hagan adultos.
Los frutos de M7 son de gran calibre si están bien colocados, pero se presentan deficiencias de tamaño cuando están arracimados. Es preciso inducir antes una menor floración o realizar después aclareos porque esta variedad tiende a florecer mucho y además cuaja un elevadísimo porcentaje de flores. Mayor problema sería lo contrario, que no floreciera. En este caso hay soluciones: aplicaciones controladas de auxinas de síntesis para reducir flores y provocar después que caiga una parte de los excesivos frutos recién cuajados, haciendo que quede un número adecuado para obtener una cosecha abundante y de calidad.
La misma estrategia de aplicar auxinas es la que funciona para evitar otro problema, el del rajado de los frutos cuando ya están gruesos, cosa que este año se ha generalizado a todas las variedades. El uso de plásticos de reflexión de luz en el suelo también ha contribuido a mejorar.
Una recomendación general consiste en «dar a esta variedad el máximo vigor para minorar las posibles deficiencias». Por otro lado, Joan Chavarrías, ingeniero español que trabaja con Chislett en Australia, dijo que allí «no forzamos la recolección de M7 para desverdizar, se prefiere cogerla bien madura para que se pueda comer en su plenitud, y así empieza a ser la naranja preferida de importadores asiáticos, porque es muy buena y ‘tiene viaje’».
FUENTE: VICENTE LLADRÓ VALENCIA.
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